CUÁL ES EL VERDADERO EVANGELIO SEGÚN JESUCRISTO

«Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús» II Corintios 4: 5

El Verdadero Evangelio transforma

Hemos visto a través de varias conferencias y artículos como el verdadero evangelio ha sido diluido y tergiversado por falsos pastores y maestros, que conforme sus deseos, predican herejías y falsas doctrinas; ya sabemos varias cosas que no dijo y se han malinterpretado o abusado de ellas, pero entonces, ¿Qué quiso decir Jesucristo? ¿Qué fue lo que realmente si dijo?

La inquietud y anhelo de agradar a Dios en todas las cosas y ser colaboradores en la extensión de un evangelio genuino y no adulterado, nos debe llevar totalmente a un acercamiento íntimo a Dios y Su Palabra, a fin de proclamarla con precisión y claridad. Enseñar una doctrina puramente bíblica, no amoldada a los hombres, la cultura o los tiempos actuales. Todo lo que realmente interesa es lo que dice la Palabra de Dios.

«Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo,  para seguir un evangelio diferente. No que haya otro,  sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros,  o un ángel del cielo,  os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado,  sea anatema. Como antes hemos dicho,  también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido,  sea anatema. Pues,  ¿busco ahora el favor de los hombres,  o el de Dios?  ¿O trato de agradar a los hombres?  Pues si todavía agradara a los hombres,  no sería siervo de Cristo. Mas os hago saber,  hermanos,  que el evangelio anunciado por mí,  no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno,  sino por revelación de Jesucristo».

Gálatas 1:6-12

La diferencia entre el «Evangelio de Cristo» y «otro evangelio» es la misma diferencia entre la iglesia auténtica y las sectas, los salvos y los condenados,  la verdad y la mentira. Cuando predicamos podemos llevar a las personas a la familia de la fe, o entregarlas a la familia del diablo. Dios nos guarde de pervertir su evangelio, y haga de nosotros anunciadores fieles y efectivos en este camino estrecho.

En algunos de los siguientes post estaremos viendo puntos claros que se encuentran en las Escrituras sobre esas «Buenas Nuevas de Salvación» que enseñó Jesucristo, principios que quebrantan las «Malas Nuevas» que se están propagando en la actualidad de manera asombrosa.

EL EVANGELIO REAL NOS SALVA Y TRANSFORMA

El evangelio anunciado por Jesús era un llamamiento al discipulado, a seguirle en obediencia. No consistía en una invitación a hacer una oración mágica que los trasladaba de las tinieblas a la luz, sino que su mensaje liberaba a las personas de la esclavitud de sus pecados; era y sigue siendo, vida eterna y perdón para los pecadores arrepentidos, y a su vez, la condenación de los religiosos superficiales, amante de las apariencias y no de la verdad.

Jesús enseñó que el costo de seguirle era alto, que el camino era estrecho y que pocos lo hallan y que a muchos que le llaman Señor, se les cerrará la puerta de entrada al reino de los cielos (Mateo 7: 13-23)

Cuando el Evangelio es transmitido de la misma manera que Jesucristo, la Biblia enseña claramente que la evidencia de la obra salvífica de Dios es un comportamiento transformado. La fe que no da por resultado una vida recta es muerta y no puede salvar (Santiago 2: 14-17). Los que profesan ser cristianos y carecen por completo de frutos de verdadera justicia no encontrarán base bíblica para estar seguros de que son salvos.

«El que dice: Yo le conozco,  y no guarda sus mandamientos,  el tal es mentiroso,  y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra,  en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado;  por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él,  debe andar como él anduvo.» 1 Juan 2:4-6

La auténtica salvación no es sólo justificación. No puede separarse de la regeneración, la santificación, y finalmente, la glorificación. La salvación es un proceso continuo tanto como un acontecimiento pasado. Es la obra de Dios que nos va haciendo conforme a Jesucristo. La seguridad auténtica surge de ver la obra transformadora del Espíritu Santo en la propia vida.

Hay quienes buscan hacerle creer a las multitudes que la norma para la salvación es aceptar a Jesús como Salvador sin rendirse en obediencia a Él como Señor. Nosotros no hacemos a Cristo Señor, ¡Él es Señor! Una fe que rechaza su soberana autoridad es realmente incredulidad. Nadie que venga en busca de salvación con auténtica fe, creyendo sinceramente en Jesús rechazará voluntariamente su autoridad. La verdadera fe no es de palabras, Jesús condenó a aquellos que adoraban a Dios solo de labios, pero no con su vida. (Mateo 15: 7-9)

Vamos por el camino estrecho, siendo perfeccionados por Dios

SALVACIÓN Y ACCIÓN

La salvación es un don, que se apropia sólo mediante una fe que va más allá de la simple comprensión y el asentamiento de la verdad. Los demonios también creen (Santiago 2:9). Los verdaderos creyentes, se caracterizan por una fe que les atrae a la misericordia y amor de Dios, en la misma medida que los hace repudiar su vida de pecado, un genuino arrepentimiento y cambio de mentalidad.

La salvación por fe no elimina las obras en sí. Elimina las obras que son el resultado del solo esfuerzo humano (Efesios 2: 8). Nos enseña a reconocer que no es por esfuerzo humano.

La salvación es un acto soberano de Dios. Las obras no son necesarias para obtener la salvación; pero la verdadera salvación efectuada por Dios no dejará de producir buenas obras que son su fruto (Mateo 7: 17).

La salvación proviene de Dios, por esta razón, ninguna parte de esta obra divina es defectuosa. Dios produce arrepentimiento, fe, santificación, entrega, obediencia y, finalmente, glorificación. Puesto que Dios no depende de los esfuerzos humanos para producir estos elementos, una experiencia que carezca de cualquiera de ellos no puede ser la obra salvadora de Dios. (Filipenses 2: 13)

Si somos verdaderamente nacidos de nuevo, tenemos una fe que no puede dejar de vencer al mundo (I Juan 5:4). Pecamos, pero no practicamos el pecado (I Juan 2:1, 3: 6-10), porque el proceso de santificación nunca puede detenerse por completo. Dios está obrando en nosotros y continuará perfeccionándonos hasta el día de Cristo.

«…estando persuadido de esto,  que el que comenzó en vosotros la buena obra,  la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» Filipenses 1:6

El elemento distintivo del mensaje de Cristo es su poder para perdonar y vencer nuestros pecados. Su salvación no es simple perdón, para continuar en el pecado, es libertad plena y total de la esclavitud.

NO TODO EL QUE SE LLAMA CRISTIANO LO ES EN REALIDAD

Este es un testimonio del Pastor John MacArthur, publicado en su libro El Evangelio según Jesucristo, que nos evidencia los conceptos errados acerca de quien es o no un cristiano:

«En cierta ocasión pase un tiempo con un compañero de ministerio que me llevó en su coche por su ciudad. Pasamos frente a un gran almacén de licores y comenté que era un lugar de apariencia poco usual.

-Sí – dijo él. Hay toda una cadena de todos estos almacenes alrededor de la ciudad, todos propiedad de la misma persona. Es un miembro de mi clase en la escuela dominical.

Me pregunté en voz alta como sería ese hombre y el pastor contestó:

– ¡Oh, es bastante fiel. Acude a las clases todas las semanas.

– ¿Le preocupa ser dueño de todos esos almacenes de licores? – Pregunté.

– Hemos hablado algo de ello, pero él piensa que de todas formas la gente comprará licores, así que, ¿porqué no comprárselos a él?- Dijo.

– Le pregunté: – ¿Cómo es su vida?

– Bueno, abandonó a su esposa y está viviendo con una chica joven – contestó.

Después de varios minutos de incómodo silencio por mi parte, añadió:

-¿Sabes? A veces me es difícil comprender como un cristiano puede vivir así.

He de confesar que para mí es difícil entender cómo alguien que enseña la Biblia puede dar por sentado que un hombre que vive en rebeldía contra Dios pueda ser un cristiano por el simple hecho de que lo diga.»

Artículo con apartes del libro EL EVANGELIO SEGÚN JESUCRISTO de John MacArthur